sábado, 26 de febrero de 2011

Capítulo XXIV: Nos vamos de viaje.

Antes de nada, he de decir que no vuelvo a escribir la entrada en Word y luego hacer el copia y pega porque luego me queda cada cacho con un tipo de letra y paso media hora para ponerlo todo bien (haciendo el papanatas). Y bueno, que la entrada de esta semana va de viajes:


-
Alba.
- Dime.
- Mira, que llevamos la mitad del curso aquí, hace un frío que pela, tenemos medio proyecto hecho…
- Jajajajajaja.
- …vámonos de vacaciones, ¡vámonos de vacaciones ya!
- Venga, hay que quitarse del medio.


Y nos fuimos de vacaciones, una semana para ver Bruselas, Brujas y Amsterdam. Con la maleta hecha, cámara en ristre y pendiente de la nota de Sistemas electrónicos, me fui al aeropuerto. Un trayecto en el que Alba quedó hasta las narices de cosas como: “¿Y qué nota me han puesto?”, “Bueno, si Héctor aprobó, malo será.”, “Pff, como haya cateado, mi padre se transforma en Hulk.”. Pero bueno, después de dos horas de viaje llegamos a Charleroi (que es algo así como Porriño, pero como se pronuncia en francés, tiene mucha más clase), luego un autobús a Bruselas y luego a buscar el hostel. Una vez hecho todo esto, dos días para ver la capital del país de los gofres, conocer un poquito más del país de Hergé (lo mejor es volver con los cómics de aquellas historietas de Tintín que veía de enano) y hablar francés.


Y es que me fui de Bruselas sólo con cosas buenas que decir, con los cómics de esas películas de Tintín que veía de pequeño y con mucho chocolate y gofres en el estómago. El siguiente destino era Brujas. Lo único malo fue el tiempo y las duchas del hostel (y es que para ducharse había que bajar dos pisos, atravesar la cafetería, atravesar un patio y ya está!). Pero bueno, por lo demás es una ciudad muy pequeña en la que todos los edificios son dignos de verse.


Y la última ciudad me recordó a mis años de instituto, a los atracones de estudiar, de hacer los deberes con prisa y es que Amsterdam, me ha dejado la impresión de ser una ciudad en la que darse atracones. No me gustó demasiado, quizá porque todo es insultantemente caro (5€ por dos tés es un putadón), quizá porque los dependientes y dependientas son unos bordes o quizá porque fumar canutos es el deporte de los turistas. Sin embargo, a pesar de todo lo que yo pueda decir de Amsterdam, sí que vale la pena andar en bici, ir al coffee shop en el que rodaron Ocean's 12 (una gran película y no porque salga un rovertín), ir en barco por los canales o tomar unos arenques.


Me vuelvo de viaje con tres ciudades para tachar del mapa, con los pies molidos de tanto patear y con mi teoría de los viajes más afianzada (lo que mola del viaje es el destino, no el trayecto). Ahora quedan por delante unos días para hacer el proyecto, hacer deporte, tomar algo por ahí, ver el Barça – Arsenal y hacer las maletas. Eso es, The Warsaw Volta se marcha de viaje a Inglaterra, el vuelo es a Londres, pero es para turistas, la nueva ola del futuro es Milton Keynes.

Y ya, para no entretener más, me voy a preparar la comida. Marcos, la canción de hoy te va a hacer gracia.

viernes, 18 de febrero de 2011

Capítulo XXIII: Una buena semana.

Todo lo que cuento aquí, lo cuento como cuento mis historias a mis amigos. A algunos de ellos les he dicho por bromear que el final de mis estudios es el más original. Y es que no es la primera vez que esucho "el muy cabrón me dejó la última con un 4,5". En mi caso, me dejaron la última con un 4,7; no contentos con eso, cambiaron la fecha del examen (obligándome a gastarme aún más dinero) y para colmo de males, no podían pasar mi aprobado a las actas... vaya mierda la originalidad. En todos estos años, nadie en la universidad me ha regalado nada, pero mi último aprobado ha sido (sobre todo) gracias a Héctor, quien no contento con cantarle las cuarenta al cretino del profesor, se movió como un condenado para que pudieran aprobarme, gracias.


Y justo el día que me llegó este mensaje, fue el día en que Ray Allen se convertía en el máximo anotador de triples de la historia de la NBA, qué tipo. Pero bueno, lo mejor de ese día es que Héctor y yo habíamos aprobado, yo venía de visitar Bruselas y me disponía a visitar Brujas y posteriormente, Amsterdam (pero lo cuento en la siguiente entrada, porque ya he dejado claro que mi vida es demasiado insulsa como para una entrada semanal).

Y ya cuando volví, volvió a pasar algo bueno y es que Héctor, ya está en Saarbrücken para estar el segundo cuatrimestre de Erasmus porque se lo ha ganado (aunque luego me chinchará con lo de que su blog tiene más comentarios que el mío).

En fin, que ha sido una buena semana. Marcos, la música.

lunes, 7 de febrero de 2011

Capítulo XXII: Amerykanin w Warszawie (entretenimiento dominical).

Los domingos están para muchas cosas: sufrir la resaca, ver un partido de fútbol, evitar ver Cine de barrio, volver a casa en coche escuchando el Carrus...Tiempo de juego. Pero como yo este sábado no bebí, la liga de fútbol polaca no es para tirar cohetes, no tengo televisión y mucho menos un coche polaco, pues he ido a ver una exposición de fotos:


Lamentablemente, uno de los motivos por los que la gente conoce Polonia es por la Segunda guerra mundial. A día de hoy, es fácil enterarse de lo que pasa en el mundo (bueno, para Bisbal y Sergio Ramos seguirá siendo difícil): tenemos periódicos, internet y canales de noticias las veinticuatro horas. Por aquel entonces no era tan fácil, pero gracias a gente como Julien Bryan, podemos ver cómo fue la vida durante los años de la guerra y yo pude verlo en la exposición de unas cuantas de sus fotografías. Bajo estas líneas, la imagen de un niño en las ruinas de Varsovia:


Sin embargo, la foto que más me impresionó tiene que ver con la hermana de esta niña:


Ella y su hermana estaban trabajando en un campo, cuando vieron que los bombarderos alemanes atacaban la zona donde ellas estaban corrieron a refugiarse y cuando creyeron que el peligro había pasado, volvieron al trabajo. Pero los aviones alemanes volvieron, una de las bombas cayó cerca de una de las dos hermanas y la metralla la mató. La foto de arriba es triste, pero la que estaba en la exposición es muchísimo más.

Aunque las imágenes del señor Bryan sean tristes porque se ven edificios reducidos a escombros, enfermos en los hospitales de campaña o gente haciendo cola para recibir comida, merece la pena verlas. Julien Bryan tomó imágenes de Varsovia antes de la guerra, durante la guerra y más tarde volvió a esta ciudad para documentar la vuelta a la vida normal tras la guerra. Eso es lo que ha tocado esta semana y para la que viene: gofres belgas, chocolate (belga también), visita al bar con el record Guinness de tipos de cervezas y arenques, pero antes de eso, un poco de música.

jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo XXI: Hacer las maletas.

Me dijo una vez mi tío: "Eres más de pueblo de que las ovejas.". Lo cierto, es que a juzgar por el contenido de mi maleta, razón no le falta: chorizo, lomo, salchichón, paté de cecina (esto está buenísimo), licor café y crema de orujo.

Estas dos últimas semanas me las he pasado en casa. Aunque en principio iban a ser sólo 5 días para hacer un examen, ver a la familia, a los amigos y hacer un poco el vaguete; me he quedado aquí casi dos semanas por culpa de la huelga, ¡sensacional! Y es que entre el tema de los servicios mínimos, los cambios a última hora de los exámenes y el profesor de Sistemas Electrónicos (una entrañable persona que prefiere una colonoscopia antes que ayudar), me han fastidiado a base de bien.

Y es que claro, cuando uno se lleva sólo pantalones de chándal para pasar unos días en casa, vienen las risas. Mañana por la tarde estaré de vuelta en Varsovia y el martes de la semana que viene con un poquito de suerte, Héctor y yo compartiremos nuestro diálogo de cuando nos salen las notas:

-Rodri, que han salido las notas.
-¿No jodas? ¿Ya las has visto? ¿Qué tal?
-Bien tío! Aprobé.
-...
-...
-¿Y yo?
-No sé.
-...
-¿Que haces?
-¡Pues verlas!
-...
-...
-!Toma! ¡Si!
-¿Qué tal?
-...
-...
-¡Aprobé!

A pesar de la cantidad de PRE's (Pregunta de Rigor Estúpida) que aparecen en nuestros diálogos, ojalá dentro de poco se escuche esto por telefóno. Y es que si aprobamos, querrá decir que ya hemos acabado la carrera, o por lo menos las asignaturas. Cinco años y pico más tarde hemos conseguido pasar por todas las putadas y humillaciones de los profesores sin convertirnos en personas tan miserables como ellos y es que lo que más valoro de todo esto, es que sigo prefiriendo reírme de mis tonterías que ser como el profesor medio.

¡Hasta dentro de poco!