lunes, 7 de febrero de 2011

Capítulo XXII: Amerykanin w Warszawie (entretenimiento dominical).

Los domingos están para muchas cosas: sufrir la resaca, ver un partido de fútbol, evitar ver Cine de barrio, volver a casa en coche escuchando el Carrus...Tiempo de juego. Pero como yo este sábado no bebí, la liga de fútbol polaca no es para tirar cohetes, no tengo televisión y mucho menos un coche polaco, pues he ido a ver una exposición de fotos:


Lamentablemente, uno de los motivos por los que la gente conoce Polonia es por la Segunda guerra mundial. A día de hoy, es fácil enterarse de lo que pasa en el mundo (bueno, para Bisbal y Sergio Ramos seguirá siendo difícil): tenemos periódicos, internet y canales de noticias las veinticuatro horas. Por aquel entonces no era tan fácil, pero gracias a gente como Julien Bryan, podemos ver cómo fue la vida durante los años de la guerra y yo pude verlo en la exposición de unas cuantas de sus fotografías. Bajo estas líneas, la imagen de un niño en las ruinas de Varsovia:


Sin embargo, la foto que más me impresionó tiene que ver con la hermana de esta niña:


Ella y su hermana estaban trabajando en un campo, cuando vieron que los bombarderos alemanes atacaban la zona donde ellas estaban corrieron a refugiarse y cuando creyeron que el peligro había pasado, volvieron al trabajo. Pero los aviones alemanes volvieron, una de las bombas cayó cerca de una de las dos hermanas y la metralla la mató. La foto de arriba es triste, pero la que estaba en la exposición es muchísimo más.

Aunque las imágenes del señor Bryan sean tristes porque se ven edificios reducidos a escombros, enfermos en los hospitales de campaña o gente haciendo cola para recibir comida, merece la pena verlas. Julien Bryan tomó imágenes de Varsovia antes de la guerra, durante la guerra y más tarde volvió a esta ciudad para documentar la vuelta a la vida normal tras la guerra. Eso es lo que ha tocado esta semana y para la que viene: gofres belgas, chocolate (belga también), visita al bar con el record Guinness de tipos de cervezas y arenques, pero antes de eso, un poco de música.

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¿Merece la pena perder el tiempo con esto? El aficionado nos lo dirá: